A riesgo de parecer pesada… Si solo pudieras cambiar un producto de higiene y cosmética, tendrías que optar por un desodorante sin aluminio ni ningún ingrediente sospechoso de ser disruptor endocrino.
No te voy a descubrir nada nuevo si te digo que las leyes van muy por detrás de nuestros avances como sociedad.
Cuando Internet era una realidad habitual y el phising, vishing y todas las estafas acabadas en -ising que se te ocurran campaban a sus anchas por la red, empezaron los legisladores a preocuparse por ello.
Y como eso, podríamos hablar de las interminables batallas contra el tabaco y todo lo que estas industria con Licencia para Matar ha hecho a lo largo de los años para evitar que sea prohibido o, siquiera, advertido a los consumidores durante décadas.
¿Te acuerdas de cuándo se fumaba en los aviones, en las escuelas, en el metro o en los hospitales? Ahora nos parece una barbaridad.
Y no creo que exista una sola persona en el primer mundo que no sepa las devastadoras consecuencias que tiene fumar.
Y hace 50 años las tabacaleras nos convencieron de lo contrario.
Pues ahora, poco a poco les llega su turno a los tóxicos.
De momento estamos en ese impass en el que los científicos que llevan 40 años estudiando los tóxicos y cómo nos afectan a nuestra vida diaria empiezan a ser escuchados. Tras décadas de hostigación, de ser apartados, ninguneadnos y ridiculizados por muchos de sus colegas, de ser apartados de universidades, de habérseles suprimido dotaciones para investigar… Pero, al final, la ciencia con mayúsculas es la que triunfa y algún día nos preguntaremos cómo no pudimos darnos cuenta.
Como con el tabaco.
Yo no soy visionaria, simplemente (os) leo y entiendo que no puede haber tanta gente con cáncer, tanta gente con infertilidad, tanta gente con diabetes, con problemas intestinales, con problemas autoinmunes, con dolencias en la piel, con insomnio, con estrés, con obesidad, con…
Tiene que haber algo que pulse esos resortes de la enfermedad. Llámale epigenética, llámale hábitos de vida, llámale tóxicos ambientales. Llámale como quieras llamarle, pero un crecimiento anual del 2,5% de cáncer de mama en España no es normal. Que a nivel mundial uno de cada dos hombres vaya a sufrir un cáncer a lo largo de su vida, no es normal. Que una de cada tres mujeres vaya a sufrir un cáncer en su vida, no es normal. Que una de cada ocho mujeres vaya a sufrir un cáncer de mama en su vida, no es normal.
Y si lo ves normal háztelo mirar.
Si, como nosotras, no te parece normal y quieres quitar boletos para esta macabra lotería, con Ringana y su desodorante (tanto la versión normal como la pocket) sacas bolas del bombo.
Solo es una, pero todo lo que quitemos cuenta.